Hay un proverbio de Confucio que afirma que quienes mueven montañas empiezan apartando piedrecitas. Una metáfora de lo que ha sido la vida de nuestro compañero Mariano, pues para mover montañas hay que estar entre ellas; conocerlas, habitarlas y acariciarlas como hace todo escalador.
Mariano amaba las montañas geológicas pero estaba empeñado en enfrentarse a esas otras montañas metafóricas de las que hablaba Confucio, las que simbolizan lo que hay que cambiar en este mundo. Mariano eligió entre muchas cosas dedicar una buena parte de sus esfuerzos vitales a impulsar iniciativas de economía social y solidaria, en empezar a mover las piedras pequeñas que ilustraran que otra forma de satisfacer nuestras necesidades y de hacer economía son posibles. Una tarea que nunca realizó en solitario sino rodeado de distintas comunidades que cooperaban con intensidad. El Grupo Cooperativo TANGENTE era una de ellas; hemos tenido la suerte de contar con su figura desde los inicios desde la cooperativa CYCLOS a la que pertenecía.
Juntos hemos movido piedras, pero no cómo Sisifo, pues nuestros esfuerzos, aunque infravalorados por la economía convencional o los medios de comunicación, han ido logrando que las piedras nunca vuelvan al punto de partida. Personas como Mariano, con su compromiso, su fuerza de voluntad, su carácter y su amplia sonrisa; logran que la realidad se mueva y el mundo cambie. Las placas tectónicas nunca están quietas, las montañas se mueven, aunque resulte imperceptible a nuestros ojos humanos.
En estos difíciles momentos en que lloramos su pérdida, nuestro compromiso con Mariano es seguir moviendo montañas, piedrecita a piedrecita. Y devolverle de esta manera el cariño que dedicó al mundo de la economía social el día de su último cumpleaños:
“Por eso quiero dedicar mi cumpleaños a todas las personas (las que conozco y a las que no) que intentamos -en una economía fundamentada en el robo estructural y sistémico- romper con la lógica de la competitividad, de la explotación, del individualismo, el egoísmo y de la miseria, el hambre, los refugiados, las guerras y los desastres ambientales que nuestra forma de consumir y producir, es decir: el sistema económico del que formamos parte, crea por todo el planeta. Personas que creemos en la economía, pero no en ésta.
Personas que sabemos que una economía basada en lo colectivo, en la ética, en los cuidados, en el respeto, el feminismo, el ecologismo, la solidaridad y el apoyo mutuo, no solo podría funcionar sino que es además esencial y necesaria para que podamos avanzar hacia la igualdad en un mundo abocado irremediablemente hacia una crisis ambiental, económica, energética y social de dimensiones inabarcables.
Personas que antes de escribir un titular o un artículo del estilo que algunos periódicos están dedicando a la Economía Social renunciarían sin pestañear a su puesto de trabajo e incluso profesión, porque no serían capaces de dormir por la noche ni mirarse al espejo”.
Porque fueron somos, porque somos serán.