Desde Tangente, y en el marco del proyecto Enredándonos que impulsamos junto a CERAI, compartimos hoy un hito que nos hace especial ilusión: la publicación del primer diagnóstico estatal sobre agroecología escolar y cultura alimentaria en España. Se trata de un documento que no solo analiza la presencia de huertos escolares, sino que amplía la mirada para comprender cómo se está desarrollando la educación en torno a la alimentación desde una perspectiva agroecológica, una mirada que va más allá de la nutrición y la salud e incorpora el territorio, los sistemas alimentarios, la justicia social y la relación cotidiana con los ecosistemas. Ha sido un trabajo largo, iniciado en 2019 y desarrollado a fondo durante 2025 gracias al apoyo del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, que por fin ve la luz y que creemos que aporta una visión imprescindible para avanzar en la transición educativa y ecosocial.
A través de un proceso de investigación extenso, hemos identificado 4.458 centros educativos con huerto, una cifra que representa el mínimo verificable y que supone ya un 16% del total de centros del Estado. Pero sabemos que la realidad es mucho mayor. Existen programas de gran escala (como Huertos de Biodiversidad, que funciona a nivel estatal) que no hemos podido integrar sin generar duplicidades, y muchos otros centros tienen proyectos de huerto escolar fuera de cualquier red o programa. Por eso estimamos que la implantación real se sitúa entre 5.000 y 6.000 escuelas, siempre como una estimación prudente en un contexto sin censo oficial.
Además de este mapeo general, hemos analizado en profundidad los datos de 278 centros que respondieron al formulario ampliado de 2025. Solo en ellos, 56.241 estudiantes participan de forma regular en actividades vinculadas al huerto escolar. Estos espacios están presentes en Infantil, Primaria, Secundaria, Bachillerato, Formación Profesional y educación de personas adultas, y se han convertido en lugares donde aprender con las manos, con el cuerpo y con la comunidad.
Para nosotras ha sido fundamental situar este análisis dentro de una mirada más amplia: la de la agroecología escolar como marco integral para avanzar hacia el cumplimiento de la Agenda 2030 en el ámbito educativo. El huerto permite hablar de semillas, suelo, ecosistemas y biodiversidad, pero también del comedor, de los menús, de las cocinas, de quién produce lo que comemos y de cómo se relaciona la escuela con su territorio. Entender la alimentación desde esta perspectiva, integrando salud, sostenibilidad, cultura, economía y justicia social, es clave para transformar la forma en que educamos y nos alimentamos, y atraviesa todo el enfoque del diagnóstico.
A lo largo del proceso, hemos podido constatar algo que desde hace tiempo intuíamos: el huerto escolar es una herramienta educativa de enorme valor para afrontar la transición ecosocial. Los centros señalan mejoras en los hábitos alimentarios, en la motivación del alumnado, en la comprensión de los ecosistemas, en la participación familiar y en la capacidad de integrar la sostenibilidad en el currículo. Tal y como decimos en el propio diagnóstico, “el huerto escolar se ha convertido en una extensión natural del aula”.
Pero también vemos con claridad las desigualdades y barreras estructurales que siguen limitando su consolidación. La falta de tiempo docente y de reconocimiento horario, el abandono en verano, la escasez de financiación, la rotación del profesorado, la falta de formación agronómica y pedagógica o los patios excesivamente asfaltados son obstáculos que aparecen una y otra vez. Aunque hay programas municipales y autonómicos muy sólidos, en demasiados territorios los huertos siguen dependiendo casi exclusivamente de la energía y la resiliencia del profesorado y las familias.
Por eso, el diagnóstico no solo describe una realidad: también lanza una propuesta de futuro. Cerramos el informe con un decálogo de recomendaciones para avanzar hacia una política pública de agroecología escolar y cultura alimentaria que sea estable, equitativa y capaz de llegar a todos los centros que lo deseen. Creemos que ha llegado el momento de dar un paso colectivo en esta dirección, de fortalecer las redes territoriales y de reconocer formalmente la agroecología escolar como lo que ya es para muchas comunidades educativas: una herramienta imprescindible para educar en el cuidado, en la sostenibilidad y en la justicia social.
Puedes descargar el informe completo aquí
Enredándonos es una iniciativa impulsada por Cooperativa Tangente y CERAI, financiada por el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, orientada a situar la agroecología escolar en el centro de las políticas públicas educativas, alimentarias y de transición ecológica.

