La historia del cooperativismo siempre ha sido, ante todo, una historia de personas que se sostienen unas a otras. No se escribe solo con grandes hitos, sino con los gestos cotidianos, con las manos que organizan, cuidan y hacen posible la vida compartida. Nuestra compañera Olivia formaba parte de ese hilo humano que une generaciones de cooperativistas: personas que, desde la alegría y el compromiso, construyen comunidad día a día. Personas que empujan conjuntamente un cambio de rumbo del sistema económico imperante.
Su forma de estar, velando por los procesos, atendiendo a cada detalle y sosteniendo al grupo se suma ahora a esa memoria colectiva que da sentido a Tangente y a todo el movimiento cooperativista de Madrid. En ese tejido de esfuerzos, afectos y responsabilidades compartidas, su aportación permanece como un lazo más en una trama que no deja de crecer y fortalecerse gracias a quienes, como ella, han hecho del trabajo cooperativo una forma de vida. Gracias a quienes, como ella, impulsan colectivamente una economía que se rige por valores de cooperación y que pone en el centro la sostenibilidad de la vida. Gracias a quienes, como ella, nos recuerdan cada día lo que somos capaces de construir juntas.
Desde Tangente despedimos con profundo cariño, dolor y gratitud a nuestra compañera Olivia, socia y trabajadora de nuestro grupo cooperativo durante años y un apoyo enorme en el funcionamiento cotidiano de nuestras empresas. Su ausencia nos deja un gran hueco. Sentimos tristeza y pérdida. Durante años sostuvo, con una dedicación generosa, muchas de las tareas invisibles que permiten que una cooperativa funcione: la administración, la gestión, los detalles que casi nadie ve pero de los que depende casi todo.
Siempre estaba ahí: atenta, resolutiva, dispuesta a ayudar incluso antes de que se lo pidiéramos. Su buen humor, su cercanía y su capacidad para hacer fácil lo difícil se convirtieron en un pilar para el grupo.
Olivia, hoy queremos agradecerte todo lo que diste, todo lo que sostuviste y todo lo que compartiste. Tu memoria forma parte de nuestra historia cooperativista común, de su tejido humano y de la manera en que entendemos el trabajo colectivo.
Te echamos profundamente de menos. Y seguiremos empujando y haciendo grande a la Economía Solidaria, con tu mismo espíritu de compromiso, buen hacer y cuidado. Tu huella seguirá viva en cada uno de nuestros pasos cooperativos.

Ya estamos en noviembre,
dándole la bienvenida a la oscuridad.
Ha pasado un verano.
En el momento de la despedida los relojes se paralizan,
después comienza una especie de cuenta atrás y muchos recuerdos empiezan a desvanecerse.
Se experimenta vértigo cuando sientes que quien muere se va alejando.
Tu eco está en el correo electrónico, en los grupos de telegram, en la batukada que sonará el 8M o en las tareas pendientes que de modo tan extraño nos sobreviven.
Tu eco nos sale al encuentro cuando abrimos la puerta del colaboratorio, cuando nos conectamos a una reunión de zoom en la que seguro hubieras estado o cuando vemos alejarse a una pelirroja vestida de morado.
Pero ya estamos en noviembre, dándole la bienvenida al frío y a la escarcha.
“Dedos hipnóticos tocan suavemente
los ojos de muchos duendes.
Quizá una ardilla sobreviva,
para compartir mis sentimientos”
Para Emily Dickinson es el mes de la muerte, mueren los elfos y la naturaleza, y la luz y los poetas…
Este mes de noviembre, querida Olivia, echamos en falta el eco de tu voz poderosa, la fuerza de tus palabras cuidadosas.
Pasará un invierno y quizá los duendes despierten, seguro que las plantas de tu terraza retoñarán y nuevas poetas empuñarán la pluma.
Nosotras, ardillas supervivientes, seguiremos encontrándonos y brindaremos por esos recuerdos que a pesar del tiempo se quedan a vivir en nosotras y, aunque llegue la primavera, habrá días en que cómplices nos miraremos y susurraremos que “no tenemos el chichi para farolillos”.
Olivia, la primavera nos traerá tu risa y en ella nos quedaremos.
Amiga, compañera, maestra, que la tierra te sea leve.
Tangente

