Conceptos, herramientas y propuestas de la economía social y solidaria. Estos eran los ejes del curso que Tangente ha coordinado en la escuela de verano de la Universidad Complutense de Madrid. Del 1 al 3 de julio, y bajo el título de Introducción a la economía solidaria: conceptualización, herramientas y propuesta transformadora, se ha profundizado en el marco teórico recogiendo aportaciones de diferentes disciplinas y se han dado a conocer experiencias prácticas.
“Había un interés por compaginar teoría y práctica”, comenta Sandra Salsón, coordinadora del curso. “Pensábamos que era importante mostrar que la economía solidaria tiene fundamentos teóricos rigurosos”, añade, y enlazarlos luego con experiencias prácticas. Los ejes del curso beben del marco que se dibujó en el I Congreso Internacional de Economía Social y Solidaria: “Nos parecía un buen hilo del que tirar y que había que seguir ahondando en esas aportaciones”, cuenta Sandra. Los cruces con otros campos y corrientes han sido muy productivos: se ha hablado de economía feminista, de cultura y software libre, o de educación.
Otro de los alicientes del curso ha sido contar con ponentes extranjeros como el francés Kenneth Quiguer, de Iniciatives et cité, y el británico Leslie Huckfield, de la Glasgow Caledonian University. “Para mí ha sido uno de los grandes aportes del curso”, reflexiona Sandra. “Te da la posibilidad de mirarte a una ventana que al principio parece que no tiene que ver con tu territorio pero luego te das cuenta de que sí”. Así, Kenneth Quiguer “contó cómo en Lille llevan 20 años trabajando la economía solidaria, de forma que alrededor del 11% de los empleos de la ciudad proviene de ese sector.” También explicó que en Francia aprobaron en 2014 una ley de economía social y solidaria.
Leslie Huckfield, por parte, con 73 años y una larga labor de investigación sobre economía solidaria, “nos ayudó”, dice Sandra, “a tener una visión más clara de cómo funciona la economía social y solidaria en Europa”. Contar con Quiguer y Huckfield “fue un regalo y una fuente de inspiración”, concluye Sandra.
Por su parte, el alumnado del curso representaba una gran variedad de perfiles. Desde personas que trabajan en empresas de economía social y solidaria a las que les apetecía profundizar en estos temas; a estudiantes de últimos años de carrera o de másteres de Economía a los que paradojicamente nunca les han hablado de economía social.
Una vez terminado el curso, sus responsables valoran positivamente la experiencia y tienen ganas de repetir el año que viene. “Uno de nuestros objetivos era generar lazos entre el mundo académico y la economía social y solidaria. Para que nuestro modelo tenga un conocimiento riguroso que nos avale, pero también para meter la economía social en la universidad, llevarla a las clases, darla a conocer”, concluye Sandra.