enero 2019 | Noticias

La intervención educativa: una herramienta para el aprendizaje social y emocional del alumnado

La educación social y emocional es fundamental para prevenir, no solo problemas de salud mental, sino también para el desarrollo de las cuestiones éticas, ciudadanas, el desarrollo de la motivación al éxito y también el aprendizaje académico. Para ello, la intervención educativa en centros escolares se convierte en una herramienta imprescindible que permite mejorar las habilidades sociales y emocionales del alumnado, favoreciendo una convivencia escolar basada en el respeto y la igualdad.

En el marco del primer Día Internacional de la Educación, que se celebra este 24 de enero, ponemos de relieve este tipo de educación no curricular, tan necesaria como la reglada, porque da lugar a muy buenos resultados, y a la formación de personalidades fuertes, con autoestima y crítica constructiva. Así se desprende de cientos de estudios que ponen en evidencia los efectos positivos de los programas de aprendizaje social y emocional.

Investigaciones recientes, como la de Joseph A Durlak, de la Universidad de Loyola (Chicago) y Roger Weissberg de la Universidad de Illinois (Chicago), señalan que los programas de aprendizaje social y emocional mejoran de forma significativa el rendimiento académico de los niños y niñas en las pruebas escolares, donde obtienen mejores resultados, tienen de manera significativa menos absentismo, menor conducta disruptiva, les gusta más la escuela y tienen menos probabilidades de ser suspendidos, que el alumnado que no están en estos programas.

Contra el acoso y a favor de la asertividad

Aparte de la inteligencia emocional, las habilidades sociales, la autoestima y las atribuciones en el ámbito escolar, existen otras variables que poseen un papel mediador sobre el bienestar personal, como puede ser el propio contexto. En este sentido, también existen fuentes de malestares, como la violencia escolar o la falta de integración en el aula. Al poner en práctica estos programas en las aulas, los y las profesionales pueden intervenir sobre diferentes variables fundamentales de forma transversal, para prevenir y/o eliminar.

Además, estos programas buscan potenciar la cohesión y la colaboración dentro de cada grupo de alumnos y alumnas, así como desarrollar las capacidades de cada clase para trabajar en equipo y asumir la conciencia de pertenencia grupal.

El conflicto como fuente de aprendizaje

Somos conscientes de que, a pesar de todo, convivimos con los conflictos, ya que es algo consustancial a las personas y a las sociedades; sin embargo, bien enfocado puede llegar a ser una fuente de aprendizaje y de mejora. Abordar los conflictos de manera compleja implica conocer las interacciones y sentimientos grupales, que guardan estrecha relación con el equilibrio surgido entre la tendencia hacia la tarea y las relaciones personales. Las relaciones personales conllevan emociones que son la raíz de los conflictos. Visibilizarlos nos permite poder abordarlos de manera positiva.

¿Qué pasa con el género en las aulas?

El sistema educativo no se puede mantener impermeable a los cambios que se generan en el sistema social en el que está inmerso. De una escuela segregada por sexos, se ha pasado a una escuela mixta en la que lo coeducativo se plantea como meta. Sin embargo, siguen  pendientes transformaciones profundas que acaben con la desigualdad que aún hoy padece: Libros de texto que continúan reflejando un mundo en el que lo masculino es predominante; los cuentos, los textos de historia, la literatura, los/as protagonistas de la historia, los tipos de familia que aparecen (roles tradicionales), las imágenes, así como los ejemplos que se manejan están copados por ellos;  el uso del lenguaje, tanto por parte del profesorado como en los materiales y libros de texto, sigue siendo sexista; las alusiones a las mujeres y a las chicas se dan en unos porcentajes muy inferiores a las de los hombres y chicos; y se continúa interpretando que el masculino integra a mujeres y hombres.

La transversalización del enfoque de género en la intervención realiza un análisis crítico de los lugares sociales asignados a mujeres y hombres -explícita o implícitamente-, con la finalidad de generar rupturas culturales que garanticen la equidad y la igualdad de oportunidades, sin discriminación alguna. En este sentido promueve el respeto a la diferencia de pensamientos, valores, preferencias, actitudes, dentro de un marco de derechos humanos.

Tangente y sus entidades socias en las aulas

El Grupo Tangente y sus entidades socias apuestan por este tipo de programas y por eso cuenta con personas expertas en intervención educativa, especializada en inteligencia emocional, que ya trabajan en programas  de diferentes zonas de la Comunidad de Madrid. Es el caso, por ejemplo, de la entidad Andaira, que implementa programas en igualdad y prevención de violencia, prevención del consumo, y prevención de acoso escolar en algunos centros escolares, como el de San Agustín del Guadalix (ver noticia en Cadena Ser). Aquí, pusieron en marcha un concurso de cortos contra el acoso, como éste:

Otra de nuestras entidades que trabaja de forma continua la intervención educativa es Heliconia, que cuenta con una área de intervención socioeducativa que trabaja ya para diferentes municipios madrileños. Desde ahí, sus profesionales imparten talleres, desde infantil hasta secundaria, trabajando la  gestión emocional, la prevención de violencia y las adicciones, las habilidades sociales o la igualdad entre otros, apostando por el desarrollo integral de las personas. «Entendemos la educación como  un proceso dinámico y participativo construyendo el conocimiento de manera interactiva», señalan.

heliconia

En definitiva, la intervención educativa como aprendizaje social y emocional sirve para prevenir el acoso o las adicciones, fomentar la igualdad de género, impulsar las habilidades para el trabajo en equipo, la observación crítica y el aprendizaje consciente sobre la vida e en el marco de los centros educativos. Esto supone que el alumnado redirija su mirada hacia sus propias emociones y sentimientos, facilitando el autoconocimiento para proyectarse en la vida a través de su capacidad de iniciativa personal, y fomentando las relaciones igualitarias y saludables.