Madrid envejece, y entre sus calles y edificios, muchas personas van quedando fuera del sistema, congelados en el tiempo y alejados de los ritmos frenéticos de la gran urbe, hasta sentir en sus vidas una soledad no deseada que asfixia.
Para erradicarla, o aminorarla, el proyecto piloto Prevención de la Soledad No Deseada de Madrid Salud, que gestiona el Grupo Tangente, tiene como objetivo crear músculo vecinal en dos barrios madrileños para mitigar uno de los mayores problemas que acechan a las sociedades del siglo XXI, la soledad no deseada, que va más allá de la falta de compañía, que puede ser buscada, sino que es el resultado negativo de la carencia de relaciones personales.
En el marco del Día Internacional de las Personas Mayores, el proyecto pone sobre la mesa el trabajo preventivo para atacar directamente a la raíz de este mal que emerge en nuestras ciudades y territorios con, cada vez, más fuerza.
¿Cómo se trabaja?
Principalmente, con este proyecto se ha creado una red informal de apoyo dentro de los barrios y se ha puesto en marcha una intervención directa con las personas afectadas, para generar oportunidades de encuentro y mejora del bienestar, a partir de actividades que ofrecen entidades públicas y privadas. Este proyecto piloto de intervención, pionero en España, se centra esencialmente en la percepción subjetiva que el individuo tiene en las relaciones, o de las redes de las que dispone, y se centra en la soledad sentida, que puede ser sufrida por personas que incluso están acompañadas.
Para ello, se está trabajando con la autonomía y autogestión de los grupos, para que cuando el proyecto piloto finalice, permanezca una estructura, un poso sobre el que seguir avanzando en la erradicación de la soledad no deseada.
¿Qué es la soledad no deseada?
La soledad no deseada no tiene que ver exclusivamente con la carencia afectiva, sino que también se entiende como un aislamiento respecto a la participación en el contexto donde la persona desarrolla su vida. En realidad, aparece por factores sociopersonales (paro, viudedad, desempleo…), por echar en falta a otras personas, por dificultades a la hora de ejercer los derechos en la vida cotidiana y por la falta de acceso a la participación en la ciudad.
Entre los desencadenantes, podrían destacarse el acceso a los recursos económicos, la gentrificación, la edad o la estigmatización de la diversidad cultural, entre otros muchos y complejos factores.
Más allá de las personas mayores
A pesar de poner de manifiesto este problema en el Día Internacional de las Personas Mayores, existen muchos segmentos sociales que comparten características, situaciones o elementos comunes que dan lugar a que se conviertan en colectivos de riesgo para sentir soledad.
Entre ellos, destacan las personas mayores, pero no sólo. También personas sin hogar, con diversidad funcional, familias monoparentales, migrantes y hogares unipersonales.
En esta línea, y parafraseando a la psicóloga Ramona Rubio: “La soledad no es un patrimonio de generaciones pasadas ni presentes, es un problema real que pude padecer cualquier individuo”. Y para erradicarla, nuestra mejor arma es la prevención.
La red profesional y vecinal de apoyo a la Soledad no deseada: Un activo del barrio de Trafalgar y Almenara para poner en el centro de nuestras políticas y relaciones los estereotipos y barreras que perpetúan la soledad en los mayores