julio 2019 | Noticias

La educación ambiental desde las organizaciones sociales y movimientos ciudadanos

El estudio ‘Hacia una Educación para la Sostenibilidad. 20 años del libro Blanco de la Educación Ambiental en España‘ concluye con un mensaje claro y conciso: «Cuando el mundo que nos rodea cada vez envía más mensajes de su situación crítica e insostenible, el papel a desempeñar por la educación ambiental adquiere una mayor relevancia. Necesitamos identificar urgentemente las estrategias educativas que nos permitan dinamizar cambios sociales profundos que nos encaminen a una transición ecológica profunda del mundo en el que vivimos».

La investigación ha sido publicada recientemente y está impulsada por la Red Española para el Desarrollo Sostenible, Sustainable Development  Solutions Network y por el Ministerio para la Transición Ecológica, a través del organismo autónomo de Parques Nacionales y el Centro Nacional de Educación Ambiental, con la colaboración de Ecoembes, coordinado por Javier Benayas y Carmelo Marcén. Un estudio en el que participa nuestra compañera de Altekio [entidad social del Grupo Tangente], Concepción Piñeiro, en el capítulo ‘La Educación Ambiental en España desde las organizaciones sociales y los movimientos ciudadanos’

¿Qué ha pasado en estos 20 años en las organizaciones ecologisitas y ciudadanas?

Piñeiro, de la mano de María José Díaz González, escribe este capítulo de 30 páginas sobre la Educación Ambiental (EA), las organizaciones conservacionistas y los colectivos ciudadanos. Para ello, se nutre de entrevistas y un grupo de discusión con organizaciones como Amigos de la Tierra, la Coordinadora de ONG de Desarrollo, Ecologistas en Acción, Fuhem, Greenpeace, SEO-Birdlife, WWF y ADEAC.

Se remontan al 2008, año en el que la crisis financiera se reconoce a nivel mundial y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria hace que la educación ambiental deje de ser una prioridad, y los recursos de los que se nutre se destinan a emergencias sociales. A principios de esta década, programas tradicionales de EA, muy consolidados en grandes y pequeñas organizaciones, desaparecen.

A pesar de este golpe, las organizaciones y colectivos han sabido reorientarse para continuar ejerciendo su labor. Por ejemplo, gracias al acceso a las nuevas tecnologías de la comunicación y la información y la irrupción de las redes sociales, las autoras señalan que «nunca hasta ahora se ha dispuesto de datos tan claros, precisos y veraces sobre los problemas socio-ambientales a los que nos enfrentamos. La información ha dejado de estar solo en manos de un colectivo técnico (como las instituciones públicas o la comunidad científica) para generalizarse y difundirse».

Análisis actual

Respecto al cambio de modelo socioeconómico, desde las ONG ecologistas y de cooperación al desarrollo siempre ha existido, y continúa desarrollándose, toda una corriente de pensamiento crítico sobre el modelo actual y las alternativas existentes. Respecto al planteamiento de las iniciativas, éstas son más integradoras y disruptivas, con un impacto contrastado en la mejora local. Respecto a los problemas típicos del asociacionismo y de lo colectivo, las organizaciones continúan sufriendo los problemas típicos del asociacionismo: auto-financiación y reducido número de personas socias (mermado aún más por la crisis económica). Respecto a los objetivos, en algunos casos, están enfocados hacia un problema prioritario para la entidad; en otros, las iniciativas surgen por la apertura de una vía de financiación de un proyecto o bien por la aparición de oportunidades de colaboración. Respecto al trabajo con agentes, en las últimas décadas, se ha intensificado el trabajo con agentes multiplicadores desde las entidades que desarrollan EA, por ejemplo con los medios de comunicación, agentes políticos, personal de instituciones públicas y privadas, comunidad científica, empresas editoriales. Respecto a la capacidad de influencia, a lo largo de estos años se mantiene e incluso ha aumentado su capacidad de influencia sobre amplios sectores de la población. Desde algunas de sus iniciativas se han logrado incluso cambios en la administración local o autonómica, en forma de reconocimiento, apoyo o coordinación de los programas de educación ambiental.

Nuevas temáticas

En los últimos años, también se observa un cambio respecto a las temáticas abordadas por la EA. En los años noventa, estas iniciativas se centraban en problemas globales, como el cambio climático, o bien tenían enfoques
más sectoriales, como el tratamiento de residuos, el ahorro energético y de agua, el urbanismo bioclimático… En la actualidad se observa la emergencia de dos ámbitos de interés para las ONG que realizan EA:

  • Nuevos temas o perspectivas, como la economía circular, el decrecimiento, la resiliencia, el ecofeminismo, las transiciones, los cambios de modelo socio-económico, la cultura del territorio, el urbanismo ecológico, la agroecología …
  • Las consecuencias, cada vez más tangibles, de problemas arrastrados desde el siglo pasado (por ejemplo: las islas de plástico en los océanos, la pérdida de suelo fértil en gran cantidad de países, el aumento del nivel del mar, la desaparición de los ecosistemas polares, la asimilación metabólica de los micro-plásticos, la situación de las personas refugiadas ambientales, etc.).

Así, Piñeiro y Díaz González destacan que, de forma general, las actuaciones de EA desarrolladas desde las ONG han contribuido a manejar diferentes escalas en el tratamiento de los problemas ambientales. Por ejemplo, desde que se extendió el lema “piensa global, actúa local” (con diferentes fuentes como origen), se ha ido más allá, sumando la idea de lo “glocal” en la ciudadanía.

Retos para el futuro

Las autoras señalan 5 retos para el futuro:

Por un lado, los «contextos facilitadores»: Uno de los principales retos es dar el salto del diálogo a la práctica, de la información al comportamiento, y una clave para ello es generar contextos que inviten o faciliten estilos de vida sostenibles, fuera de la lógica de los procesos mercantiles.

Por otro, «transformar privilegios»: En un contexto de múltiples colapsos, donde la economía se lleva el protagonismo desde 2008, tenemos el reto de generar espacio para hablar de las otras crisis: ecológica, de cuidados, de valores, etc. en definitiva, de modelo socioeconómico capitalista, colonial y heteropatriarcal. Esto pone encima de la mesa el trabajo sobre el poder y los privilegios como parte de la EA, que no puede dejar de reconocer que, en numerosas ocasiones, ha avalado un discurso que obviaba la existencia de los muchos privilegios y pocas responsabilidades de ciertos sectores, más a la medida del “hombre blanco, de clase media, occidental”

Ecuanto a la «complejidad, incertidumbre y vida buena»,  Otro de los retos destacados es hacer la “educación ambiental del siglo XXI”, una EA en la que la complejidad y la incertidumbre forman parte, en la que se compagina el pensamiento a largo plazo con las acciones a corto plazo y que gestiona la urgencia.

Sobre «herramientas clave para el cambio»: La EA del siglo XXI no puede quedarse en algo complementario o incluso en algo solo
“ambiental”, en un sentido estrecho de la palabra. La EA es una de las herramientas claves para una transformación del sistema que lleve a que elementos como los cuidados de la vida, la economía circular o el decrecimiento sean los pilares de la organización social. Esa transformación implica cuestionar el crecimiento económico, un principio que sigue siendo central en la sociedad y en la economía actualmente, y cambiar eso requiere de esfuerzos en los que la EA es necesaria, pero no suficiente. Por ejemplo, dentro de la Agenda Global ODS 2030, el ODS8 sigue planteando el crecimiento económico como objetivo. Esto puede justificarse en términos de justicia global (algunas partes del planeta aún tienen que crecer), pero como objetivo global está obsoleto (pues en el resto del mundo lo que tiene que ocurrir es un decrecimiento).

Por ultimo, «atravesar capas de la ceballa»: Otro reto es que cada vez más gente se apunte a “ser parte del cambio” o del movimiento por la sostenibilidad. Este anhelo convive con el dilema y la tensión de si se puede llegar a mucha gente sin caer en la cooptación de mensajes por parte del mercado o la mercantilización de los mensajes, que muchas veces acaba resultando en mensajes vacíos. ¿Cómo podemos llegar masivamente o a toda la ciudadanía? ¿Seguimos acercándonos a los/as mismos/as? ¿Cómo plantear mensajes y acciones dentro de los marcos de referencia que valen a cada persona, considerando la diversidad de la población?

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Cuestiones para el debate:

Las autoras señalan algunos puntos como cuestiones que son necesarias debatir y discutir:

  1. Consumos y estilos de vida: El dilema del dinero o el tiempo.
  2. La gestión de conflictos y la gobernanza son parte de la EA, lo cual supone dar espacio a lo emocional.
  3. La agencia o capacidad de acción en la EA en primera persona (del singular y del plural).
  4. La EA como espacio de relación: Ecodependencia e interdependencia.
  5. La escalabilidad: iniciativas que planteen que la sostenibilidad es posible a diferentes escalas.
  6. El cambio de roles: las organizaciones y movimientos sociales asumiendo nuevos y múltiples papeles.

Para ampliar la información, consulta este capítulo del estudio aquí: ‘La Educación Ambiental en España desde las organizaciones sociales y los movimientos ciudadanos’